MIS CONTEMPORÁNEOS
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I
VICENTE BLASCO IBÁÑEZ
Eduardo Zamacois
MADRID
LIBRERÍA DE LOS SUCESORES DE HERNANDO
Calle del Arenal, núm. 11
1910
Es propiedad. Queda hecho el depósito que marca la ley. |
Imprenta Artística Española, San Roque, 7.—Madrid
Biografía.—Sus viajes.—Cómo trabaja.—El teatro. Su concepto dela mujer y de la vida.
Vive el insigne novelista á la derecha del paseo de la Castellana, muycerca del Hipódromo, en un pintoresco hotelito de planta baja, cuyafachada irregular se abre en ángulo al fondo de un pequeño jardín. Aquíy allá, á lo largo de los viejos muros y sobre el tronco de los árboles,la hierba y el musgo pintan manchas verdes, de un verde aterciopelado,jugoso y obscuro. En la alegre quietud mañanera, bajo el magnífico domboañil del espacio, bañado en sol, la tierra, negra, recién removida pormanos diligentes, huele á humedad. Triunfa el silencio. Aquel rincón,más que un jardinillo cortesano, parece un trozo de huerta, algodesaliñado y rústico, donde se echa de menos un perro, un montón deestiércol y unas cuantas gallinas.
Es mediodía.
Encuentro á Vicente Blasco Ibáñez escribiendo ante una amplia mesacubierta de papeles, las carnosas mejillas un tanto congestionadas porla fiebre del esfuerzo mental, la enérgica cabeza nimbada por el humo deun cigarro habano. Al verme el maestro se levanta, y la expresiónbelicosa de sus manos cerradas y la prontitud elástica con que su reciocuerpo se retrepa y engalla sobre las piernas rígidas, dan una sensaciónrotunda de voluntad y de vigor físico.
Acaba de cumplir cuarenta y tres años. Es alto, ancho, macizo; surostro, moreno y barbado, parece el de un árabe. Sobre la alta frente,llena de inquietudes y de ambición, los cabellos, que debieron de sercrespos y abundantes, resisten todavía á la calvicie; entre las ce