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p. 2Es propiedad. Queda hecho el depósito que marca la ley. Serán furtivos los ejemplares que no lleven el sello del autor.
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B. PÉREZ GALDÓS
NOVELAS ESPAÑOLAS CONTEMPORÁNEAS
LO PROHIBIDO
Tomo segundo.
13.000
MADRID
PERLADO, PÁEZ Y COMPAÑÍA
(Sucesores de Hernando)
Arenal, 11
1906
p. 4
EST. TIP. DE LA VIUDA É HIJOS DE TELLO
IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M.
C. de San Francisco, 4
p. 5
LO PROHIBIDO
De cómo al fin nos peleamos de verdad.
Una tarde del mes de Mayo fuí á ver á Eloísa con firmepropósito de hablarle enérgicamente. No la encontré. Estaba en nosé qué iglesia, pues por aquel tiempo se le desarrolló la maníafilantrópico-religioso-teatral, y se consagraba con mucha alma, encompañía de otras damas, á reunir fondos para las víctimas de lainundación. Lo mismo manipulaba funciones de ópera y zarzuela quelucidas festividades católicas, en las cuales las mesas de tapete rojo,sustentando la bandejona llena de monedas, hacían el principal papel.También inventaba rifas ó tómbolas que producían mucho dinero. Seme figuró que había transmigrado á ella el ánima propagandista deldesventurado Carrillo. Casi todos los días había en su casa junta deseñoras para distribuir dinero y disponer nuevos arbitrios con quealiviar la suerp. 6te de laspobres víctimas. Por eso aquel día no la pude ver: de tarde porqueestaba en el petitorio, de noche porque había junta, y francamente, notenía yo maldita gana de asistir á un femenino congreso ni de oir á lasoradoras. La junta terminaba á las doce, y de esta hora en adelantebien podía ver á Eloísa; pero no me gustaba pasar allí la noche, y meiba con más gusto á la soledad de mi casa.
Al día siguiente creí no encontrarla tampoco; pero sí la encontré.Hízose la enojada por mis ausencias; púsome cara de mimos, deresentimiento y celos. ¡Desdichada! ¡Venirme á mí con tales músicas!...«Tengo que hablarte,» le dije de buenas á primeras, encerrándome conella en su gabinete, lleno de preciosidades, que valían una fortuna.Allí estaba escrito, con caracteres de porcelana y seda, el funestocaso de la disminución de mi capital.
Comprendió ella que yo estaba serio y q