NOVELAS ESPAÑOLAS CONTEMPORÁNEAS
POR
B. PÉREZ GALDÓS
GLORIA
SEGUNDA PARTE
SÉPTIMA EDICIÓN
MADRID
Imprenta de LA GUIRNALDA
calle de las Pozas, núm. 12.
1890
Lo que vamos á referir ocurrió en Abril y en Semana Santa, que vinoaquel año algo atrasada. En cambio la Primavera se había adelantadotanto, que San José trajo muchas flores, la Encarnación más y SanVenancio entró lleno de rosas y claveles. Pocas veces se había vistoFicóbriga tan bien engalanada para las festividades religiosas másinteresantes al alma y á los ojos del cristiano; y además de laplacentera estación y del delicioso temple con que le favorecíaNaturaleza, tenía aquel devotísimo pueblo otros motivos de gozo. Sí,sabedlo: aquel año habría procesiones, regocijo de que estuvieronprivados los anteriores á causa de la pobreza del clero y lastimosadecadencia del culto.
Y aquel año habría procesiones, porque ofrecieron costearlas de subolsillo particular dos beneméritos ficobrigenses, el Excelentísi[Pg 6]moSr. D. Buenaventura y la señora doña Serafina de Lantigua, hermanosde D. Angel y del difunto D. Juan Crisóstomo, que falleciórepentinamente el día de Santiago del año anterior. En el capítulo IVde la primera parte hicimos rápida mención de estas dos estimablespersonas; mas no era entonces ocasión de hablar mucho de ellas: ahorasí.
—Venturita y la Serafina—decía á sus amigos en el pórtico de laAbadía la esposa de D. Juan Amarillo,—han venido á Ficóbriga con elobjeto que todos sabemos, y cuanto digan de arreglar la testamentaríadel señor D. Juan es farsa y enredo... Aquel desgraciado señor,aunque murió como si le partiera un rayo, dejó sus intereses y suspapeles en orden completo... Pero es preciso decir algo para que elpúblico no se fije en la verdad... ¡Ah, la verdad! ¡Bienaventuradoslos que, como yo, la ponen por encima de todas las cosas!... Y laverdad es que...
Y al decir esto, Teresita la Monja susurraba al oído de sus amigassílabas misteriosas. Sonreían persignándose las señoras, y actocontínuo entraban todas en la Iglesia, porque las misas iban áempezar.
En efecto, D. Buenaventura y su hermana habían ido á Ficóbriga (éstaen Septiembre del año anterior y aquél en Marzo del que corría) paraasuntos no relacionados con la testamentaría del Sr. D. Juan. ¡Yqué excelentes personas eran uno y otro! Verdad es que tratándosede aquella privilegiada y sin igual familia, no pueden sorprender ánadie las perfecciones morales y altas prendas del alma...