DE UN
BUENOS AIRES
1909
Le roman d'un jeune pauvre, cuya versión castiza ofrecemos en estevolumen á los lectores de la Biblioteca, apareció en París en 1857.Tenía el autor entonces treinta y seis años; estaba en toda la plenitudde su actividad mental y en todo el hervor de su juventud, y de allí talvez el cariño con que ha trazado la figura de Máximo Odiot, ese perfectogentilhombre, cautivador en su brillante pobreza.
Octavio Feuillet, al escribir este libro, debió de poner en él mucho desí mismo, de sus personales y elevados sentimientos—reconocidos portodos sus críticos contemporáneos—y por eso, sin duda, le ha resultadola mejor de sus obras, en donde más resaltan sus esenciales cualidadesde novelista, creador de escenas y caracteres de ideal nobleza.
Y no tan sólo es hermosa La novela de un joven pobre por su asunto yla alteza de los sentimientos que en ella actúan, sino que tambiénsobresale y seduce por las excelencias primorosas del estilo, en que erael autor un magistral artífice.
Espíritu delicado y exquisito, Feuillet hacía su prosa dúctil, ágil,experta. Conocía como pocos el arte de elevarse con prudencia, y detransportar al lector sin ocasionarle vértigos. Medía, como con untermómetro, el grado de lirismo que conviene á la mayoría del público, yasí jamás daba notas que pudieran discordar en la general armonía de susproducciones. En esto estriba el principal encanto de ellas, que tienen,como distintivo, un perpetuo y uniforme buen gusto.
La novela de un joven pobre es acabado modelo de lo que dejamos dicho.Por eso será siempre un libro nuevo, un libro joven, con la juventudeterna que en el arte tiene todo lo que significa belleza, gracia,fuerza ó elegancia.
¡Sursum corda!
París, 20 de abril de 185...
He aquí la segunda noche que paso en este miserable cuarto, contemplandomelancólicamente mi apagado hogar, escuchando, con estupidez, losrumores monótonos de la calle, y sintiéndome en medio de esta granciudad, más solo, más abandonado y más próximo á la desesperación que elnáufrago que lucha en medio del océano sobre su roto pino. ¡Basta decobardía! Quiero encarar