Nota del Transcriptor:
Errores obvios de imprenta han sido corregidos.
Páginas en blanco han sido eliminadas.
DULCE NOMBRE
Es propiedad de la autora. Derechosde reproducción y traducciónreservados para todos los países,comprendidos Suecia, Noruega yRusia.
Copyright 1921 by ConcepciónEspina y Tagle.
Hechos los depósitos que marcala ley para las repúblicas americanas.
Artes de la Ilustración, Provisiones, 12.—Madrid
CONCHA ESPINA
(NOVELA)
GIL BLAS
RENACIMIENTO
SAN MARCOS, 42
MADRID
La Niña de Luzmela (novela, 2.ª edición).
Despertar para morir (novela, 3.ª edición).
Agua de nieve (novela, 3.ª edición).
La Esfinge Maragata (novela premiada por la Real AcademiaEspañola, 3.ª edición).
La Rosa de los Vientos (novela, 2.ª edición).
Al amor de las estrellas (Mujeres del Quijote).
Ruecas de marfil (novela, 1.ª edición).
El jayón (drama en tres actos premiado por la Real AcademiaEspañola).
Pastorelas.
El metal de los muertos (novela, 2.ª edición).
Dulce Nombre (novela).
Al inglés:
La Esfinge Maragata.La Rosa de los Vientos.El jayón (novela).El metal de los muertos.
Al alemán:
La Esfinge Maragata.El jayón (drama).El metal de los muertos.
Al italiano:
El jayón (drama y novela).Al amor de las estrellas (mujeres del Quijote).Pastorelas.
Al francés:
La Esfinge Maragata.
Vaqueiros de alzada (novela).
—Oye, molinero!
Volvióse a escuchar MartínRostrío.
—¿Qué hay?
—Necesito hablarte.
Como era don Ignacio Malgorel que le llamaba, y con acento un pocoextraño, el molinero acabó de erguirse sobreel cimadal.
—Cuando quieras.
—¿Dónde?
—Pues... aquí.
—No vamos a entendernos con este ruido.
Observó Martín un instante al indiano, presintiendoalgo insólito en la conferencia. Vi[8]gilócon mirada solícita el local, y preguntó:
—¿Es un asunto largo?
—Según...
Una mujer, sosegada y madura, teje su calcetaa un extremo del salón, sentada en uncelemín puesto del revés. A pocos pasos deella, una joven, niña por las trazas, endeble ymenuda, se apoya en el muro, obstinada enmirar cómo surte la harina amarillenta desdeel estrangol hasta el cesto de bañías, hondoy reluciente, a medio colmar.
—Poco tienes que decir, Tomasa—pronunciala tejedora:
—Poco... ¿y usted?
—Yo, menos, hija; pero... no falta quienplatique.
—No.
Se vuelven a un tiempo hacia los dos hombresacodados sobre el derrame de una ventana,en íntima conversación, lo más lejos