Cubierta del libro

Defensa obligada contra acusaciones gratuitas


[Pg. 1]

P. NOZALEDA

ARZOBISPO DIMISIONARIO DE MANILA Y ELECTO DE VALENCIA


DEFENSA OBLIGADA

CONTRA ACUSACIONES GRATUITAS

Viñeta ornamental

MADRID.—1904
Establecimiento tipográfico Hijos de J. A. García,
Campomanes, 6.—Teléfono 44.


 

[Pg. 3]Conocida es delpúblico la campaña de difamación iniciada contra mi humilde persona porel periódico El País de 24 de Diciembre último, y proseguida después,día tras día, con tenacidad digna de mejor causa, por casi toda laprensa, especialmente por los diarios llamados rotativos, desdeque oficialmente se anunció mi presentación para la Archidiócesis deValencia.

No creo que los anales de la historia patria registren caso igualde tan inesperada, ruda, injusta, inverosímil y artificiosa oposiciónhecha por la prensa periódica con motivo de la designación de unPrelado.

Siempre que una sede se ha encontrado vacante, el Gobierno de laNación, en uso del Patronato concedido á nuestros Reyes por la Iglesia,ha nombrado al eclesiástico que juzgó apto para ocuparla; y cualquieraque haya sido el color político del Gabinete que haya intervenido enesta designación, jamás se recordará que la prensa culta y seria, pormuy mal que haya mirado el nombramiento, haya promovido tan generalalboroto como el producido en este caso.

No es mi ánimo entrar en el examen de ese, por tantos conceptos,raro y original fenómeno, cuyas verdaderas causas no se escapan alcriterio de quien detenidamente y en todos sus aspectos lo analice.Tampoco descenderé á ocuparme en los ataques puramente personales,en los que, olvidando toda regla hasta de elemental educación, se mepresenta como un ser vulgar, falto de todas las prendas que hacená cualquier eclesiástico, y[Pg.4] aun á cualquier hombre, estimable ante sus conciudadanos. Mipersonalidad individual nada significa en esta triste campaña, y porgrandes que fueran, que no lo son, mis méritos y talentos, gustoso losabandonaría á mis detractores, recibiendo en silencio generoso cuantasinjurias me han dirigido, si ese mi silencio no se pudiera traducirpor el criminal abandono de altísimos deberes que en modo alguno puedodesatender, sin inferir enorme agravio á instituciones forzosamenteligadas á mi modesto nombre, tan atrozmente vilipendiado.

El golpe que me ha herido, hiere también al dignísimo Episcopadoespañol, al que tengo la alta honra de pertenecer. Hiere á lasCorporaciones religiosas, que son la niña de los ojos de los RomanosPontífices, según frase de León XIII. Ha lastimado hondamente lossentimientos de todo católico, y aun de toda persona sensata, por lasgravísimas acusaciones que se me dirigen, las cuales, de ser ciertas,no pueden menos de contristar y sublevar contra mí toda concienciahonrada. Y lo que es más principal (y quizás no lo han advertido misimpugnadores), con esa campaña la más ofendida es nuestra Patria,España, en cuyo nombre se dice combatirme, y cuya representación enla esfera religio

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